Lucy Morales, una vida entre disciplina, pasión y tatamis

Lucy Morales, una vida entre disciplina, pasión y tatamis

Orizaba, Ver.-De las zapatillas de ballet al dojang, Lucy Morales ha construido una historia marcada por la perseverancia, el esfuerzo y la convicción de que los sueños se alcanzan paso a paso.

Con 15 años de trayectoria en el taekwondo, esta deportista originaria de la región de las Altas Montañas ha demostrado que la constancia puede más que cualquier obstáculo.

Desde temprana edad, Lucy exploró diversas disciplinas: natación, pintura, tenis y danza clásica.

Pero fue a la edad de ocho años cuando encontró en el taekwondo su verdadera pasión, misma que la llevaría en 2009 a obtener su primera medalla nacional —un bronce que, más que derrota, sembró en ella el deseo de superarse.

“No fue oro, y eso se me quedó grabado. Desde entonces me propuse llegar más lejos”, recuerda. Con el respaldo incondicional de su familia, especialmente de su padre, quien impulsó siempre su energía incansable, Lucy aprendió a combinar la técnica con la determinación.

Inició con equipo prestado, entrenando en espacios improvisados, sin importar las limitaciones. “Decían que no me compraban el equipo porque pensaban que pronto lo dejaría”, cuenta entre risas. Pero no fue así: encontró en el arte marcial un equilibrio entre la precisión del ballet y la fuerza del combate.

Su evolución la llevó a representar al estado de Oaxaca, tras no recibir apoyo en Veracruz. Desde entonces, y pese a vivir en Puebla, su carrera deportiva quedó ligada al equipo oaxaqueño, donde encontró mejores condiciones para entrenar y crecer como atleta.

Con logros en campeonatos nacionales y una pausa de siete años sin medalla de oro, Lucy rompió su racha en 2018, y hoy se prepara con entusiasmo para su próxima meta: el Open Canadá, previsto para febrero del próximo año.

A punto de cumplir 27 años, reconoció que el cuerpo ya no responde igual que antes, pero su pasión sigue intacta. Y con esa fuerza también busca inspirar a nuevas generaciones, transmitiendo que más allá de los podios, lo importante es el amor por lo que se hace.

“Las medallas se oxidan, pero la emoción de entrenar, de mejorar y compartir, eso se queda para siempre”, concluye.

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